El testing de aplicaciones y webs móviles es esencialmente diferente del testing de aplicaciones web clásicas o de escritorio, debido a que este tipo de software se encuentra mucho más ligado al contexto y al usuario. Los dispositivos móviles, más que cualquier otra tecnología, son una parte integral de nuestras vidas y tienen el potencial de convertirse en parte de nosotros, hecho que se acentúa todavía más en los incipientes wearables (ropa, gafas, relojes y demás accesorios inteligentes conectados a nuestro cuerpo) y otros objetos cotidianos que conforman la llamada Internet of Things.
Esta nueva generación de dispositivos no sólo espera nuestras pulsaciones en la pantalla, sino que interactúa naturalmente con nosotros en respuesta a nuestra voz, gestos, movimientos, localización, y otra información proveniente de la red o de sensores integrados, como por ejemplo la temperatura, las pulsaciones de nuestro corazón, las condiciones del tráfico, o el comportamiento de nuestros amigos en Facebook.
Por ello, testear estas aplicaciones desde el punto de vista de la experiencia humana se convierte en algo indispensable, o dicho de otra manera, no se puede garantizar la calidad de un software móvil sin verificar su interacción con el usuario bajo condiciones reales.